lunes, 29 de septiembre de 2014

Para que?


La pregunta es... para que meter el corazón, donde solo alcanzan las palabras?
Si ya es suficiente inundar de letras la memoria y recordar una a una la vívida voz de la penumbra, esa luz perdida entre las sombras.

Para que querer pensar, que pensar en querer es llegar a amar, si amar es tan solo el efímero silencio de la vida que se pierde en el momento que se pasa, la sonrisa que llega e ipsofacto se va.
Para que meter entonces el corazón en los asuntos del tiempo, si el pasado no acepta un solo reclamo.

En donde alojar talves todo eso que se llama sentimiento, esa pesada carga de besos y caricias trastocadas por la inquebrantable voluntad de aquello que no tiene voluntad propia, esos hilos invisibles que conducen la ciega mirada, la conciencia perdida, esa razón nublada.

Para que meter el corazón donde nace la alborada, si la mañana se despierta tranquila ante los ojos de la nada, donde nadie las lee, donde nadie dice nada, tan solo el eco sublime de la soledad que arrastra con unas cuantas heridas las pequeñas grietas de esto que aun llamo alma.

Para que meter al corazón entonces donde ya no queda nada?

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Quien tiene la culpa?


Quién tiene la culpa despues del tiempo, quizas no tuya, quizas no mia, quiza tan solo de la premura de mis ganas de vivir la vida.

Solo se que de mis sueños solo queda tu mirada, tu compañia y esa dulce voz que incomprensible me llama, si, fue mi culpa la soledad, mas no sera mi culpa tu tristeza, elegi el camino de la noche oscura, apague la luz de mi sombra y condene por siempre mi alma a la vida vagabunda.

De quien fue la culpa no lo se, solo se que no ha sido tuya, eres inocente de mentiras, inocente de mi ausencia, solo fingire con una sonrisa cuando te vea, que todo esta bien y que aun existe un trozo de corazon en la mitad de mi propio pecho, talvez ese pequeño y gran trozo que por ahora solo guarda el amor de tu besos y ese calido abrazo que le negue a la mañana.

Culpable quizas de desterrar de mi vida la primavera, de querer vivir al limite del tormento, de rodearme de mil demonios en mi propio cuerpo, esa senda que tu ves, sera la condena que mañana he de pagar por mi propia culpa, por esa extraña sensacion que alberga mi silencio.

Solo se que debo pedir perdon ante tus ojos, esos que inocentes me miran sin comprender que pasa, tan solo tomando con tu delicada mano mi rostro, para reconocer que soy yo el que una mañana entre brazos sostenia tu figura, dandole al mundo la primera mirada.

Quien tiene la culpa no lo se, ya no interesa lo que pasa, las cadenas estan rotas y la suerte esta echada, hoy apostare por ti, mientras de mano de la soledad recoja mis pasos y entre mis brazos empieces a dar los propios tuyos, hasta que no quede mas que mis letras y mi propia ausencia para preguntar ¿de quien fue la culpa mi condena?

sábado, 6 de septiembre de 2014

Despedirme...


Hoy quiero despedirme de la mejor forma en la que sé, dejando mis letras amarradas a la piel y tatuadas en el alma, desapareciendo con la alborada y llevándome la mañana a cuestas o entre los rotos bolsillos de mi corazón.

Lo que queda tras de mi tan solo será un recuerdo, quizás un leve tristeza de mi ausencia, o los tres pesos bajo la cama que dejo mi soledad, no lo sé, talvez mis sueños van más allá de mis propios anhelos, o mis anhelos al convertirse en sueños desearon volar y perecer.

Hoy me despido con las mismas letras de aquellos días, con la seguridad absoluta que absolutamente no estoy seguro más que de mi propia muerte.
Aún así, postrada entre mi cama yace mi sombra, unos pliegues de mi piel y un cálido abrazo que te guarde entre mi almohada.

Quizás de todo aquello tan solo quedo la voz de mis deseos, una que otra hoja de viento marchita, el mismo pasado, el mismo fantasma y el mismo tormento, todo y nada ha cambiado del tiempo, el reloj sigue presuroso por dar las tres y las tres nunca llegan.

Empacada en los cajones de mi olvido esta tu soledad y unos pedazos de tristeza que guardaba "por si acaso", espero cuídes bien de los recuerdos, es mi encargo porque ya no caben entre mi maleta, la cual lleva mi alma y una pesada carga de olvido.

No dejo mi corazón porque de el ya poco existe, quizás encuentres entre los libros viejos o las fotos veladas uno que otro trozo, siembralo en tu pecho, quizás renazca y viva un poco.

Hoy quiero despedirme sin saber si marcho, pero esta noche me ha ahogado de tristezas y me embriago la melancolía con la sicuta de la duda y la incertidumbre del silencio.

Quedan en el tapete una que otra lágrima seca, seguro que el aguacero matutino barrera todo rastro de ella, pero aún así guardara su esencia. De mi parte mi legado siempre será un enigma, aquel incomprensible día de mi partida sin razón alguna, con un millón de motivos y ninguna respuesta.

Quizá en el armario encontrarás una que otra hoja en blanco con razones más que suficientes para no pensar en mi cobardía, talvez descubras que después de todo, esas mismas hojas llevan tu nombre y esa será la principal respuesta a tus preguntas sobre mi y mis miedos, sobre esta ya anunciada partida.

Hoy quiero despedirme desconociendo mis propios pasos, ya ni mi voz suena a alegría, hoy quiero despedirme en un sin regreso, allí donde sabes que me encuentro, allí donde estuviste tú en algún pequeño instante, antes de tu encuentro.

Si me buscas bien sabes mis demonios, bien se de tus fantasmas y de la inseguridad de tus besos, aún así, allí seguiré esperando el tren, ese que me lleve lejos, donde no existe la piel, donde no existen estos tristes versos.



Donde...


Donde estaran todos esos sueños rotos que curamos y aquellos amaneceres con la luna como testigo, cuando multicolor pintabamos la vida y anhelabamos el mundo a nuestros pies. Donde se quedaron los años tras de la vida, en que lugar reposan nuestras sonrisas, las caricias de las manos, aquellas voces de futuro y las locuras de juntar nuestras almas al fundirse entre la piel.

Quisiera saber a donde se fueron nuestros besos, esos mismos que ardientes devoraron el ayer, exiliando al olvido las heridas, construyendo en nuestros cuerpos las marcas de aquello que se fue.

Donde se fue mi sol, si alumbraba cada dia al despertar con su sonrisa, lo arrancaron de mi mano, separando mi camino entre dos veredas de mi propio corazon, hoy recurro a el en las noches tranquilas de invierno, donde la soledad no abriga y donde poco a poco muere mi cuerpo.

Atras la felicidad de las horas junto al reloj y las tardes de exiliarnos del mundo, dormitar entre nuestros pechos y despertar con el calor que se lleva la ausencia, donde estaran me pregunto, aquellos segundos felices de otoño, mientras no habia mas sendero que marcarlo con nuestros propios pasos, donde, donde se encuentra si hoy solo la soledad vislumbra, un nuevo horizonte incierto, una libertad a medias que raya la melancolia, un dolor profundo que se confunde con sonrisas, una lagrima que resbala de mi mejilla hasta mi alma.

Donde estaran esas palabras de buenos augurios, que pintaban los segundos tras del tiempo y de la mano, los castillos de ensueño desdibujados del papel, aquellas letras muertas que hoy destruyen, lo que sera, lo que ha sido y lo que fue, alli en donde esten, las extrañare.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Que tan feliz?


Que tan feliz será la luna conmigo es mi pregunta, si cada noche suspira y solloza por haber perdido su sol aunque su luz aún la acompañe.
Como hacerla feliz si a veces inalcanzable me ilumina desde el tejado de mis sueños junto a ella.

Que tan feliz será entre mis débiles brazos surge mi duda, si su duro corazón reposa en el confín del infinito universo.

Que tan feliz podrá ser ella, si rodeada de estrellas levita, y mi sombra solo alcanza para eclipsar la más pequeña de sus heridas.

Pero quizás la pregunta de mi vida es si vivir mi vida en su reflejo de mi mar y ahogarme perpetuo en su espejismo encanto, o virar con la mañana donde tan solo exista en esas mismas aguas su recuerdo y su tan sutil respiro.

A final de cuentas me pregunto, si quizás me alejó de su noche y pinto de blanco mi presencia, que tan feliz podrá ser ella?

martes, 2 de septiembre de 2014

Uno, dos... Y tres.

Uno, dos, tres pasos, el interminable camino de mi vida, ese insigne e incierto horizonte que se eleva tras la mañana.

A dónde conducirá, me pregunto sin mirar atrás, a donde me lleva cada paso, si por doquier las voces de mi cabeza me indican los senderos más propicios para mi muerte.

A donde voy yo con mi lamento, aquella ilusión perdida, ese sol que no brilla, que ya no da sociego, a donde marcha mi camino con sus huellas, si en mi despertar ya no hay latido, si la vista se me nubla con cada sueño.

Uno, dos, tres segundos del tic tac de mi silencio, esa soledad amarrada a mi alma, aquella imagen perdida entre mi mente, esa locura insaciable, ese deseo, ese querer y no deber, ese poder y no sentir, eso de no callar, más el susurro de mi voz, dice lo que no pronuncia la mirada, lo que guardan mis bolsillos y mis ganas.

Tres, dos, un silencio que se va, un minuto que no pasa sin cesar, congelada la noche por querer sentir la piel, las invisibles caricias del amor, eso que entre labios solo existe más no dentro de lo que siente el corazón.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Sin extrañarte...

Ese imperfectamente perfecto momento en que te extraño sin extrañarte, que te percibo sin tenerte, sintiendo los hondos suspiros robados por el tiempo y guardados en los anaqueles de nuestra historia.

En dónde quedo tu figura, quizás se desvaneció entre palabras maltrechas, letras disfrazadas, quisiera desconocer el mismo instante de conocerte e inmortalizar un beso en tu mirada. Inocente de ti de mi voz y mi alma, lejos tan lejos de cada segundo latido, refugiado quizás entre esos escritos distantes que guardaban el misterio de mi vida, la oscuridad seductora de la tuya.

A dónde se fue mi sombra, eclipsada por la luz de un futuro que no brilla, de un pasado que palpita, que mis manos extrañan. Atrás la locura del tiempo, atrás aquellos besos robados a la noche, desaparecer en la mañana entre la misma piel, entre las heridas no sanadas y el miedo a tocarlas. Soñando talves entre nubes ajenas de caricias, anhelando las manos que se tienen y se guardan, sintiendo la distancia de la cercanía, esa muralla invisible que impenetrable se levanta.

Ese perfectamente imperfecto momento en que se sumió mi vida, ese, en el que al tenerte y no tenerte sin extrañarte ya te extraño.