Sentado, disfrutado el agridulce aroma de la soledad, rodeado de invisibles almas perdidas en la vanalidad de sus propias palabras, busco alrededor el motivo para escapar a la noche que llega y la ansiedad que me embarga.
Confió en que el tiempo arrastrara su marcha, se llevará las horas de sueño y las notas ya tocadas, dejara tan solo en mi mente mi nombre, un sueño y el retrato de su sombra.
Aquí sentado las palabras mueren a tus ojos y mi voz a tus oídos, aquella frágil promesa de no escribir a su imagen, a su desdén.
Mientras espero Marcan las 7 de la oscuridad temprana, mis pasos se levantan con dirección opuesta a ese camino donde fije horizonte, hacia la noche, hacia tu olvido.
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