jueves, 17 de julio de 2014

TARDE...


Ya es tarde. Bastante tarde, el tiempo expiro en su propia espera.
Volviste cuando solo quedan las migajas, las cenizas, el frío, el vacío, el silencio, el propósito de olvido.

Caíste en la cuenta de mi ausencia cuando la ilusión ya estaba tachada, la esperanza ida, tu recuerdo despachado.

Te arrepentiste cuando tu adiós anuló mi iniciativa, me despojó de las buenas intenciones y clausuró ese pedacito de corazón que había reservado para ti.

Y no es quizas que otra sombra anule el sol de tus ojos en mi corazòn, no es que mi voz se hubiese apagado con un te quiero, era cierto, era verdad, era real mi desafio cuando te propuse conquistar el mundo de a dos. Te quería querer.

Pero decidiste virar las alas lejos de mi camino, me expulsaste aun sin iniciar la partida, en la primer escena de la pelicula, cuando recién las luces se apagaron para el primer toque, cuando estaba cogiendo el impulso para arrancar esa maratón bonita de cumplir sueños a tu lado.

Después de tu despedida el sentimiento es un vacio, ya no se me antojan tus besos, ni los destellos de tus letras al amanecer, ya no me hacés falta, ya no te quiero querer.
Todo se transformó, es la metamorfosis de la noche, no es rencor ni orgullo, solo desamor, sin ánimo de revancha, sin malos augurios, solo ya no te quiero para mí.

Así de claro, así de certero, así y no más, por favor no me busqués, no pidas, no eleves tu voz, solo dejame tu silencio. Dejame, suelta mi recuerdo, pintame de blanco olvido o has tu parecer con mi recuerdo, pero no esperés en la vereda del camino.

Inoportunas ya tus confesiones, remordimientos, tus verdades llegaron a destiempo, se quedaron a medias en la oscuridad de mis lagrimas, entre las voces y los susurros que hablaban de ti, entre los ecos repetidos por los lugares de tu pasado, por tu muy presente mentira. Ya no las necesito, ya no interesa conocer la otra sombra de tu nombre por la que dijiste adios.

Ya es tarde. Bastante tarde, murio la espera, expiraron tus recuerdos.
Y quizas es triste porque jamas sospeché este final para la historia, ni siquiera había final. 
Habías llegado justo cuando pensaba inmortalizar tu nombre junto al mio entre los muros de mi vida, pero me echaste de repente y sin preaviso, sin llamados de atención, ni memorandos. 

Para ti yo fui el segundo que espera mientras el reloj cruza las doce, mientras mis ojos ven caer el ocaso y ahora no quiero ser suplente de nadie.
Es tarde ya para contar tu historia, para revivir momentos que se han ido con tu ausencia, para despertar ocasos muertos que se descolgaron por mi ventana mientras te esperaba llegar, tarde ya para darle vida a los años y pasar el amargo sabor de tu partida, que hoy pintas de regreso.

Renunciaste y decidiste bajar mi vuelo, y ahora yo, surco otros aires, otros tiempos, en otras rutas, ya no marcha atras y en este camino ya no hay reservas ni hay cupo para vos.


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