Y no quiero pensar, en esa extraña
sensación de buscar las respuestas a las preguntas ya resueltas por el
silencio y los recuerdos.
Sentir el tiempo entre el pecho,
ese extraño latir de antaño, esa extraña sensación con sabor a tristeza,
aquella remembranza de los días, esos días que hicieron daño.
Es como la historia sin cesar que
se repite, con el mismo nudo de garganta y el mismo desenlace de
soledad, ese, donde entregar todo sirve de nada y queda nada después de
todo al despertar.
Y como cambiar aquel profético
destino, si paso a paso las mismas huellas se marcan, los mismos besos
se dan, escondidos en rincones oscuros, en palabras calladas, entre el
disimulo de tener aquello que jamás será.
Me pregunto quizás, si habrá forma
de romper el lazo que me ata, cerrar los ojos para siempre de su imagen,
pintar de blanco las paredes de mi mente, olvidarte al recordar, quizás
hoy todo es diferente, pero lo único que no ha cambiado es que aquí, tú
siempre serás igual.
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