sábado, 23 de enero de 2016

Doce tiempos...

Tu, mi amiga, mi amante de piel, de eternos sueños, aquella figura inmutable entre mis tristezas y mis años, quien conoce mis guerras y mis heridas. 
Esa nota silenciosa de mi voz que descubre, más allá de mi nombre y más allá de mi locura.

Tu, las huellas de mis propios pasos, quien de su mano me conduce hacia donde no existe el tiempo y jamás hubo espacio

Tú, hermosa de mis letras, aquella callada melodía que gravita sobre mis pensamientos y mis lunas, mis noches de insomnio y las más profundas grietas de mis besos

Dime cómo has hecho para enterrarte tanto, entre mi alma y mi pecho, porque son 3, 5, 10 y mil millones de segundos de la mano, congelada para siempre en lo que fui, en lo que soy y en ese enigma incierto de saber que estás allí, tranquila, impiadosa y eterna, justo como te recuerdo, justo como siempre te he amado.

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