martes, 13 de mayo de 2014

Tres versos

Perdido entre los avatares de los días, sumido entre las preocupaciones de la noche, aquellos mordaces amaneceres pintados de gris y en el claroscuro sentimiento de mi mente, se rompe la cuerda que sostiene mi alma elevandola hacia la profundidad de aquel dulce infierno de sus besos.

En la agonizante realidad, esa taciturna figura de luz llena de recuerdos, como mensajero divino pinta de abstracto el paraíso de fuego, esa eterna condena que sin saber ya conozco, que sin querer ya quiero y que aún teniendo añoro.

Y pensar que necesito de aquel sublime dolor para sentirme vivo, que conozco el destino y la tragedia augurada por el mismo silencio, ese susurro diario que trae consigo una duda revelada por el tiempo, una mirada dulce y envenenada, un destino, un sueño, una nota de voz, un sin fin, una palabra.

Vendido a cambio de tres versos que compongan la sinfonía de su tiempo, de besos marchitos y momentos, de rosas deshojadas por el viento, ese mismo que un día les dio brisa y sin pensar las arranco en silencio.

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