sábado, 6 de septiembre de 2014

Despedirme...


Hoy quiero despedirme de la mejor forma en la que sé, dejando mis letras amarradas a la piel y tatuadas en el alma, desapareciendo con la alborada y llevándome la mañana a cuestas o entre los rotos bolsillos de mi corazón.

Lo que queda tras de mi tan solo será un recuerdo, quizás un leve tristeza de mi ausencia, o los tres pesos bajo la cama que dejo mi soledad, no lo sé, talvez mis sueños van más allá de mis propios anhelos, o mis anhelos al convertirse en sueños desearon volar y perecer.

Hoy me despido con las mismas letras de aquellos días, con la seguridad absoluta que absolutamente no estoy seguro más que de mi propia muerte.
Aún así, postrada entre mi cama yace mi sombra, unos pliegues de mi piel y un cálido abrazo que te guarde entre mi almohada.

Quizás de todo aquello tan solo quedo la voz de mis deseos, una que otra hoja de viento marchita, el mismo pasado, el mismo fantasma y el mismo tormento, todo y nada ha cambiado del tiempo, el reloj sigue presuroso por dar las tres y las tres nunca llegan.

Empacada en los cajones de mi olvido esta tu soledad y unos pedazos de tristeza que guardaba "por si acaso", espero cuídes bien de los recuerdos, es mi encargo porque ya no caben entre mi maleta, la cual lleva mi alma y una pesada carga de olvido.

No dejo mi corazón porque de el ya poco existe, quizás encuentres entre los libros viejos o las fotos veladas uno que otro trozo, siembralo en tu pecho, quizás renazca y viva un poco.

Hoy quiero despedirme sin saber si marcho, pero esta noche me ha ahogado de tristezas y me embriago la melancolía con la sicuta de la duda y la incertidumbre del silencio.

Quedan en el tapete una que otra lágrima seca, seguro que el aguacero matutino barrera todo rastro de ella, pero aún así guardara su esencia. De mi parte mi legado siempre será un enigma, aquel incomprensible día de mi partida sin razón alguna, con un millón de motivos y ninguna respuesta.

Quizá en el armario encontrarás una que otra hoja en blanco con razones más que suficientes para no pensar en mi cobardía, talvez descubras que después de todo, esas mismas hojas llevan tu nombre y esa será la principal respuesta a tus preguntas sobre mi y mis miedos, sobre esta ya anunciada partida.

Hoy quiero despedirme desconociendo mis propios pasos, ya ni mi voz suena a alegría, hoy quiero despedirme en un sin regreso, allí donde sabes que me encuentro, allí donde estuviste tú en algún pequeño instante, antes de tu encuentro.

Si me buscas bien sabes mis demonios, bien se de tus fantasmas y de la inseguridad de tus besos, aún así, allí seguiré esperando el tren, ese que me lleve lejos, donde no existe la piel, donde no existen estos tristes versos.



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