martes, 2 de septiembre de 2014

Uno, dos... Y tres.

Uno, dos, tres pasos, el interminable camino de mi vida, ese insigne e incierto horizonte que se eleva tras la mañana.

A dónde conducirá, me pregunto sin mirar atrás, a donde me lleva cada paso, si por doquier las voces de mi cabeza me indican los senderos más propicios para mi muerte.

A donde voy yo con mi lamento, aquella ilusión perdida, ese sol que no brilla, que ya no da sociego, a donde marcha mi camino con sus huellas, si en mi despertar ya no hay latido, si la vista se me nubla con cada sueño.

Uno, dos, tres segundos del tic tac de mi silencio, esa soledad amarrada a mi alma, aquella imagen perdida entre mi mente, esa locura insaciable, ese deseo, ese querer y no deber, ese poder y no sentir, eso de no callar, más el susurro de mi voz, dice lo que no pronuncia la mirada, lo que guardan mis bolsillos y mis ganas.

Tres, dos, un silencio que se va, un minuto que no pasa sin cesar, congelada la noche por querer sentir la piel, las invisibles caricias del amor, eso que entre labios solo existe más no dentro de lo que siente el corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario