Y me dejas con un beso partido entre los labios, la luna en la ventana, esa agridulce incertidumbre del sin tenerte, de no extrañarte.
Y es que vienes y me elevas entre los suspiros de tu piel, la intensidad de las mañanas, aquellas noches pintadas del azul de tu mirada, una voz de despedida y un hasta mañana.
Pero cómo logras ser la respuesta que busco entre mis letras y a la vez, la pregunta más sublime de mis días, esa duda calada entre esa medio soledad, esa media nada, ese todo que me das y que me quitas, cuando llega la luna en la mañana.
Y es que me dejas, con un cómo, un sin por qué, un donde y cuando, atravesado entre mis voz y diluido en la garganta, así me dejas y me desarmas, desnudado el pensamiento, sin tormenta alguna, pero también sin calma.
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