jueves, 25 de febrero de 2016

Olvidaste...

Olvidaste quién soy, aquel loco seductor de mirada fría y duro corazón, ese descabellado poeta de mil palabras y sonrisas, ese mismo que te dejo partir aquella noche con fragmentos de silencio y una lágrima en el portal de tu alma.

Olvidaste quién soy y que te traje noche, cuando el sol rayaba el horizonte de tu sombra y la mía, allí cuando esfume de tu mano la presencia de mi voz y regrese noctámbulo entre los sueños rotos, un poco olvidados.

Olvidaste quién soy después de la historia, pintaste blancas mis letras, ocultaste las heridas en difusos fragmentos de silencio y de memoria, olvidaste quién soy y mi fea costumbre de amanecer con el sol en los bolsillos y oscuridad en tu mirada, desaparecer así de repente y volver cuando menos esperabas.

Olvide quién soy y fuiste tú quien pinto su ausencia en mi almohada, convertiste en leyenda la historia de una despedida, de una tarde fría y una mañana, aquella en la que tu voz susurrante y quebrada, pedía no dejarte ir, volar contigo, escapar y no morir de frío, pero yo, yo recordé olvidarme y a oídos sordos vi marcharse tu voz, cerrando la puerta de la vida juntos y abriendo la del adiós.

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